Capítulo 24: El cielo y el mar

Las chicas (salvo Konata y Kagami) estaban cenando en el mismo restaurante donde comían por el mediodía... como de costumbre, por supuesto.

“Apestaba todo el año, os lo juro.” Patricia dijo.

“¡Claro que sí, en serio!” Misao respondió.

De pronto, el teléfono móvil de Tsukasa empezó a sonar; por el tono que emitía le habrán mandado un mensaje.

“¿Quién será...?” Pensó Tsukasa, mientras sacaba su móvil del bolsillo, oprimió el botón de mostrar mensaje y leía lo siguiente:

“Tsukasa: Konata y yo hemos salido a dar una vuelta, posiblemente iremos a tomar algo por ahí, así que no nos traigas nada de comida para llevar o lo que sea. Volveremos al hotel a eso de las 10 o las 11. ¡Hasta luego! -Kagami”

                                                                       

“¡Ah, un mensaje de Onee-chan!” Tsukasa exclamó.

“¿Sí??” Respondieron curiosas la mayoría de las chicas “¿Qué dice?”

“Este... Se supone que eso es personal, pero ella ya está bien.” Dijo Tsukasa algo nerviosa.

“Bueno, supongo que con eso cuenta...” Ayano opinó.

“¡La voy a responder!” Tsukasa exclamó, ilusionada.

“Oye, Hiyori...” Patricia susurraba a Hiyori.

“¿Qué pasa?” Hiyori respondía, también susurrando.

“¿Crees que esas dos estarán saliendo como pareja Yuri?”

De pronto, Hiyori empezó a imaginarse muchas fantasías Yuri entre Kagami y Konata. La cara de satisfacción de Hiyori se notaba a la legua.

“¡Hiyori-chan!” Yutaka avisó “¡Se te sangra la nariz!”

“¡Es verdad, su nariz está sangrando!” Misao confirmó.

“¡Diablos...!” Hiyori se tapó la nariz y se levantó de golpe “¡Me voy al baño, ahora vuelvo!”

Cuando Hiyori desapareció de la vista de las demás chicas, Patricia pensó: “Me lo tomaré como un sí.”

Lo que Tsukasa no notaba antes, mientras estaba mirando su mensaje, fue que Miyuki estaba leyendo también el mensaje, de forma discreta.

“Buena suerte, Kagami-san.” Miyuki pensó.

Kagami y Konata estaban caminando juntas cerca de la costa de la playa Kamakura (por el paseo marítimo); más o menos parecido como hicieron Misao y Ayano.

“Oye, Konata, perdona por la indiscreción... ¿Por qué volviste?” Kagami preguntó.

“¿Sinceramente?” Konata preguntó.

“Por favor.”

“Pues sinceramente...” En ese momento Konata juntaba su mejilla con la de Kagami “¡Porque te echaba de menos, Kagamin!”

“Esto... Vaya...” Kagami estaba ruborizada.

“¿Y a qué vino esa pregunta?”

“Pues... Pensaba que no me perdonarías y... no creía en volverte a ver...”

“Mmmm... ¿Por qué?”

Esa última pregunta inquietó a Kagami. “Esto... ¿qué?”

“¿Tienes algo que decirmeeee? ¿Te importo? ¿Somos amigas íntimas? ¿Almas gemelas?” Konata empezó a hacer toda esa clase de preguntas, pero de una forma tan atrevida y persistente que hizo poner nerviosa a Kagami.

“¡Joder!” Pensaba Kagami rápidamente “¡Me está obligando a decírselo! ¡Eso ni de coña! Tengo que decírselo... pero sólo en el momento oporturno... ¡Piensa, piensa, Kagami...!”

Kagami se quedó mirando a la playa, cuyo mar estaba iluminado por la luz de la luna... Kagami decidió actuar.

“Este... ¿Y por qué no nos quedamos a charlar aquí sentadas en la playa, cerca del agua?” Kagami se zafó de la pregunta de Konata.

“Mmm... Bueno, vale, si tú quieres...” Konata accedió.

La pareja pisó la arena de la playa y se aproximó a la arena mojada, de tal modo que el agua los alcanzase por unos centímetros; se sentaron y se limitaron a mirar el cielo y el mar brillante por la luna.

“Oye, Kagamin.” Konata dijo.

“¿Sí, Konata?” Kagami repsondió.

“¿Te acuerdas de nuestro primer día de playa?”

“Sí, claro, ¿por?”

“Pues que curiosamente nos hemos sentado justo en el lugar donde nos quedábamos hablando de mi DS.” (Nota del autor: véase el capítulo 8)

“Tú eres una rebuscada buscando curiosidades, ¿verdad?” A Kagami le sorprendió un poco la curiosidad que soltó Konata.

“Una friki tiene que estar con todo tipo de detalles. Es como si tú buscaras glitches de un juego que ya había salido.”

“Este... ¿glitches?”

“Fallos del juego, para abreviar.”

“Ahh, vale...”

De pronto, Kagami se acordó de una cosa. El contenido misterioso que había comprado y guardado en una bolsa que Konata antes quería ver lo tenía Kagami escondido en la espalda, justo debajo de su camiseta. Como la bolsa era pequeña, no se podía percibir con claridad si llevaba una bolsa o no.

“Eh, Konata; tengo algo para ti.” Kagami cogió la bolsa y se lo mostró a Konata.

“¿Eh...?” Konata se quedó perpleja al ver la bolsa en sí, porque antes Kagami le pegó a Konata precisamente por eso “¿La... la bolsa que antes quería ver? ¿Estás de broma?”

La sonrisa sincera de Kagami respondía a la pregunta de Konata, además de “Es tuya.”

Konata, sorprendida y lentamente, tomó la bolsa de Kagami y se quedó mirando fijamente a la bolsa, sin saber qué decir.

“Ábrela.” Dijo Kagami sonriente.

Konata hizo lo que dijo Kagami y descubrió una pequeña caja envuelto en papel de regalo. Se quedaba ahí mirando a la caja misteriosa; no sabía lo que era.

“Sácala.” Kagami dijo, sin dejar de sonreír.

Konata sacó la caja envuelta. Se quedaba mirando a la caja que tenía en sus manos.

“Es... ¿para mí?” Konata dijo en voz baja, seguramente de lo emocionada que estaba sintiendo.

Kagami asintió.

Konata, sin dejar de poner cara de sorprendida, deshizo cada parte del papel de regalo poco a poco, porque si lo hiciera rápido, tal vez Kagami se pondría furiosa... al menos pensó ella.

Cuando terminó de quitar concienzudamente el papel de regalo, la cara de Konata quedó reflejada su reacción ante el descubrimiento de la cajita.

“Un... ¡Un muñeco de coleccionista de Haruhi Suzumiya!!” Exclamó Konata.

Efectivamente, la caja quedaba al descubierto: se trataba una cajita de una figura en miniatura de su serie favorita: Haruhi Suzumiya.

“Sí. Es toda tuya.” Kagami dijo, sin dejar de sonreír.

“Kagamin...” Konata dijo y luego saltó a abrazar a Kagami, dejándolas a las dos en el suelo... por decirlo de alguna manera; y luego, con sonrisas y lágrimas exclamó “¡¡ME QUEDABA ESTA FIGURA DE MI COLECCIÓN!! ¡¡GRACIAS, GRACIAS Y MIL GRACIAS!!”

“Vaya, menos mal que no era repe...” Kagami dijo, riendo.

“¡Ahora sí que podré fardar de mi colección en Internet! ¡Lo tengo que cuidar especialmente hasta que regrese a mi casa!”

“Bueno, me alegra verte sonreír por un regalo que te ofrezco...”

“¡Oh!” Konata dejó de abrazar a Kagami y volvió a estar sentada como antes “¡Yo también tengo un regalo para ti!”

“Este... ¿en serio?” Kagami, algo sorprendida, volvió a estar sentada.

“¡Sí, por supuesto!” Konata respondió mientras sacaba una cajita envuelta de papel de regalo del bolsillo de su falda y se lo dio a Kagami.

Kagami tomó el regalo. “¿Qué será...?” Pensó Kagami y abrió el regalo a una velocidad moderada (normal, se entiende) y cuando se deshizo del papel de regalo, finalmente descubrió el contenido de la cajita.

“Una... Una figurita en miniatura de Miku Hatsune.” Kagami dijo, rotundamente.

“¡Síp! ¿Te gusta?” Konata repondió.

“Claro... Pero, ¿por qué Miku Hatsune? Si yo no veo ese anime o manga o lo que sea...”

“Porque me recuerdas a ella misma, y decidí regalártelo para que te sientas identificada con ella.”

De pronto, a Kagami se le vino una imagen en mente... Al parecer, el día en que su familia se fue a un evento fuera de casa, soñó que Konata le había convertido en la chica de la figura: Miku Hatsune. (Nota del autor: acordarse de que este Fan Fiction se desarrolla después de la primera mitad de la serie, el OVA y la segunda mitad de la serie; en este orden.)

“Vaya, ahora sí que me gusta la figurita. ¡Gracias!” Kagami dijo.

“Je, has sido menos dramática y menos entusiasmada que yo con tu regalo...” Konata dijo.

“Bueeeeenooo...”

Las dos se pararon a mirar el cielo durante varios minutos. El cielo era completamente azul, con estrellas brillando intensamente, más la luna, el cual más dejaba brillo al mar dejándolo más hermoso.

Kagami, se acordó de una cosa que le dijo Ayano tiempo atrás:

“Escoge un momento adecuado para decírselo. Y si no se lo dices cuanto antes, entonces le perderías para siempre inesperadamente.”

Kagami, después de pensar en esto, decidió jugar el todo por el todo. Ahora o nunca.

“Esto... Konata...” Kagami dijo.

“¿Sí, Kagamin?” Konata dijo.

“Quiero que sepas... Que eres una amiga mejor que ninguna otra que haya conocido, Konata...”

“¿Eh?”

“Es que...” Kagami cogió las manos de Konata “Tengo que decírtelo ahora, Konata; porque si no te lo digo ahora, jamás sabrás lo que pienso de verdad de ti...”

“Kagami...”

“Eres una chica especial, Konata. Muy especial para mí, aunque estuvimos en distintas clases... Y siempre, siempre he estado pensando en ti... Desde el día que nos conocimos...”

A Konata se le soltó una lágrima, “Kagami...”

“No quise decírtelo antes porque estaba buscando desesperadamente un momento adecuado para decírtelo...”

“Kagami...”

Kagami le puso un dedo en la boca de Konata, a finalidad de silencio. “Por favor, no digas nada...”

Kagami, sin soltar las manos de Konata, acercó lentamente su cara con la de Konata; Konata, dejándose llevar, hizo lo mismo, y cuando estaban a unos milímetros de que se junten sus respectivos labios...

*TIIIITUUUUUUT*

...sonó de repente el teléfono móvil de Kagami.

“¡Joder...!!!” Kagami pensó furiosa “¡¡Me mandan un mensaje justo antes del mejor momento de mi vida!! ¡¿¿Te lo puedes creer??!”

Al instante, Kagami dejó de acercarse con Konata y se sacó el móvil para ver el mensaje.

“¿Quién es?” Konata dijo.

“Tsukasa...” Kagami respondió “Ya debió responder el mensaje antes, que hace como 20 minutos que le mandé el mensaje.”

“¿Puedo verlo?”

“Claro, claro. No hay nada personal, por supuesto.”

Kagami mostró el mensaje del móvil a Konata. El mensaje de Tsukasa era así:

“Onee-chan, me alegro de que te hayas recuperado; luego hablamos por ahí en el hotel, ¿vale? ¡Hasta otra! -Tsukasa” y justo después había una larga lista de emoticones que ocupaban toda la pantalla.

“Lo digo y lo repito: aquí hay emoticonos que no había visto en mi vida.” Konata opinó.

“Nah, ya pasó todo, que esto no tiene importancia.” Kagami dijo, mientras se guardaba el móvil en el bolsillo.

La pareja seguía mirando el cielo y el mar. Hasta que Kagami volvió a actuar.

“Oye, Konata...” Kagami dijo, tímida ella “Yo... Pues...”

Al instante, Konata le interrumpió con una sorpresa inesperada con los ojos cerrados.

Ella le dio su primer beso en los labios.

Kagami tuvo los ojos abiertos, pero luego los cerró -como debe ser. Sintió más de diez mil sensaciones a la vez, mientras le besaba Konata. A Kagami le latió el corazón muy rápido, como si estuviera a punto de sufrir un accidente; pero fue por el mágico momento que estaba viviendo con Konata... Y poco a poco, esas pulsaciones del corazón fueron descendiendo a un ritmo normal... Fue una experiencia inolvidable para ella.

Tras casi un minuto besándose, Kagami y Konata dejaron de besarse, abrieron los ojos y se miraron durante unos 10 segundos emocionalmente lentos. Y después, Kagami le dio un abrazo muy fuerte a Konata; estaba llorando, pero de alegría.

“Konata...” Kagami le susurró orgullosa, mientras soltaba muchas lágrimas “Gracias...”

Konata no respondió, sólo se limitó a sonreír y acariciarle el cabello a Kagami.

Después de otro minuto entero, Kagami dejó de llorar y de abrazarle a Konata.

“¿Estás bien, Kagamin?” Konata preguntó.

“Estoy mejor que bien, Konata...” Kagami respondió, muy contenta “Éste es el mejor momento de mi vida, y la compartí contigo, y eso lo hace mucho mejor...”

“Te veo un poco ‘fatigada’, ¿volvemos al hotel?”

“Sí...”

La pareja se levantó y volvió al sitio de donde vino.

Mientras estaban volviendo al hotel, las chicas se cogían de la mano.

Como si fueran una pareja.

Como quiso Kagami que fuera Konata para ella...