¿Qué es Lucky Love?

Lucky Love es un Fan Fiction hecho por Daniel Santos Delgado, basado en la exitosa serie japonesa Lucky Star. En Lucky hay contenido Yuri, de modo que a quienes no les gustan ese tipo de contenido, que abandonen esta página de inmediato. ¡Que lo disfruten!

Capítulo 17: Hora de comer

ADVERTENCIA: Al final de este capítulo hay contenido que podría ser ofensivo para algunos lectores. Cuidado.

Kagami abrió los ojos lentamente, y lo primero que miró fue la hora que tenía en su móvil en la mesilla de noche. Apuntaban las 14 horas.

“Vaya...” Dijo Kagami para sí misma “Debe de ser la hora de comer ahora mismo...”

Se levantó de la cama sin dificultad alguna. Miró a su alrededor y se dio cuenta de que Konata no estaba en la habitación.

“¿Dónde estará Konata?” Kagami dijo “Ya podía haberme dejado una nota...”

De pronto, unos golpes provenientes de la puerta sonaron.

“¿Sí?” Kagami respondió.
“Kagami, soy yo, Ayano.” La voz de Ayano se escuchó “Vamos a comer en un restaurante, ¿te vienes abajo?”
“Claro, déjenme por lo menos asearme y tal...” Kagami respondió.
“De acuerdo, te esperamos.”



“Ya queda sólo una pareja por avisar...” Konata se dijo para sí.

Momentos antes, ella y Ayano estaban avisando ‘puerta por puerta’ sobre la comida a un restaurante -de forma cooperativa. Sólo quedaba una puerta por abrir y avisar a las de dentro, y ésa fue la puerta de Hiyori y Patricia.

Bien: Konata abrió la puerta de Hiyori y Patricia sin permiso y entró en dicha habitación.

“¡Chiiicaaas, es la hora de comee...!” La alta voz de Konata se iba apagando cuando vio en una de las camas a Hiyori y Patricia dormidas juntas y abrazadas.

Patricia se despertó al momento, se incorporó, y vio a Konata, que estaba observándolas a las dos con ‘la típica sonrisa que pondría de los nervios a cualquiera’. Patricia, que no se esperaba esa sorpresa, se puso roja como un tomate; eso sí, Hiyori seguía dormida (o inconsciente, mejor dicho).

“NADA. ¿VALE?” Patricia exclamó “Si ésa es la respuesta a tu pregunta, entonces ya está, ¿vale?”
“Ju ju ju... ¡Patricia, good job!” Konata animó “Y despierta a tu princesita, que dentro de nada vamos a comer fuera.”
“Ah... Verdad, claro...” Patricia respondió “Id vosotras, que ya os alcanzaré. ¿Vale?”
“Por supuesto, ¡hasta luego!” Konata salió de la habitación y cerró dicha puerta.
“Fiuuff, por los pelos...” Patricia suspiró de alivio en cuanto Konata abandonó la habitación.

Acto seguido, Patricia cogió su móvil, se puso las sandalias y se dispuso a mandarle un mensaje de móvil a Hiyori desde ahí. Al terminar de mandárselo, el móvil de Hiyori empezó a emitir un breve pitido.

“Vale, mensaje enviado, ahora puedo irme con las demás.” Patricia dijo para sí misma y luego abandonó la habitación para reunirse con las demás chicas, de tal forma que dejó a Hiyori sola.



“¿Quién falta por llegar?” Kagami preguntó.
“Hiyori y Patricia.” Ayano respondió.
“Je, pues os habéis perdido de lo que pasó en su habitación...” Dijo Konata, con su típica sonrisa de condescendencia “Pero no os lo voy a decir, por su bien...”
“Hala, por fin haces algo sensato en todas estas vacaciones...” Kagami añadió.
“No es la primera vez que hago algo sensato en estas vacaciones, Kagami-sama.” Konata respondió.
“¿A qué te refieres?” Kagami preguntó.
Konata respondió guiñando el ojo, nada más.
Ostraaas, el manga que me dio... ¿no?” Kagami se acordó enseguida del manga que le dio Konata; no lo había leído todavía.

Se vio a Patricia acercándose corriendo a las chicas.

“¡Ya he llegado, chicas!” Patricia exclamó.
“Ya iba siendo hora...” Kagami dijo.
“¿Y Tamura-san?” Yutaka preguntó.
“Está... eh...” Patricia improvisó “No ha dormido muy bien esta noche que digamos, así que necesitaba dormir un rato.”
“Jejeje, claro, Patricia, claro...” Konata dijo.
“¡En serio que no ha dormido bien!” Patricia se ruborizó.
“Dejen de pelearse, chicas, y vámonos a un sitio donde comer.” Ayano dijo.
“¿No iremos a ese restaurante europeo otra vez, verdad?” Tsukasa preguntó, algo asustada -por aquel restaurante.
“No, mujer, esta vez no.” Kagami respondió rotundamente.



Las chicas llegaron a un restaurante cercano del hotel -japonés, a petición de Tsukasa- y se sentaron en un rincón con una mesa muy grande y muchas sillas. Las chicas pidieron el menú del día, se llamaba “Nikujyaga” (ternera con patatas), que por lo visto salía a un buen precio para todas ellas.

“9 platos de Nikujyaga, ¿es así?” Preguntó la camarera que les estaba atendiendo.
“¡Ah! Añade un plato más de eso, pero para llevarlo a casa, por favor.” Patricia dijo.
“¿Un plato más? ¿Para casa?” Kagami preguntó “¿Para quién?”
“Para Hiyori, que está en el hotel.” Patricia respondió.
“Ah, bien, de acuerdo. Eso es todo, señorita.” Kagami le dijo a la camarera.
“De acuerdo, en 10 ó 15 minutos estarán hechos.” Dijo la camarera y se alejó del grupo de chicas, yendo hacia la cocina del restaurante.
“Bueno, pues a esperar tocan...” Misao dijo, con un tono de aburrimiento.

Una chica del grupo tenía una mirada ausente pero alegre a la vez, que llamaba la atención a varias chicas: aquélla era Kagami.

“¿Kagami?” Konata llamó, pero no hubo respuesta de Kagami.
“¿Onee-chan?” Tsukasa llamó, pero tampoco tenía respuesta.
¡¡DESPIERTA!!” Misao dio un aplauso muy fuerte justo delante de la cara de Kagami, con la intención de que ésta despertase.
¡AHH!” Kagami respondió finalmente “¿¿Qué pasa??”
“Estabas en las nubes, Onee-chan.” Tsukasa dijo.
“Eh... Perdón a todas; es que he tenido un sueño y me dio qué pensar...” Kagami explicó.
“¿Ah, síiii?” Misao preguntó “¿Nos puedes contar ese sueñooo?
“¡Venga ya, los sueños son personales!” Kagami respondió.
“¡Porfaaaaaaaaa!” Misao puso cara de cordero a punto de ser degollado.
“Joooeeeerrr... Está bien, ¡pero sólo para que me dejes en paz! ¿Va?” Kagami cedió.
“¡BIIEEEEN! ¡Cuenta con ello!” Misao respondió felizmente.
Por qué no tenía que callarse Kagami...” Konata pensó para sí misma.

El relato de Kagami estaba por comenzar.

“Bueno, pues estaba soñando que estaba en la playa, de noche, dando un paseo con alguien.” Kagami contó.
“¿Con quién?” Misao preguntó.
“No lo sé, era una silueta negra...” Kagami respondió “Entonces, después de cierto tiempo andando, nos paramos a sentar en la arena y observamos la luna brillando junto con las estrellas...”
“¡¡Qué bonitooo!!” Misao interrumpió.
“¿Quieres dejarme acabar o qué?” Kagami se enojó.
“Perdón...” Misao pidió disculpas.
“Bueno.” Kagami siguió con su sueño “Entonces, ese alguien me dio un beso en la frente y unas caricias en mi mejilla y me dijo ‘Esto es sólo un pequeño avance de lo que puedo hacer por ti, Kagami.’”

Konata, al oír eso último, se quedó sorprendida y aterrorizada a la vez. Esa frase era exactamente igual a la que le dijo a Kagami mientras estaba durmiendo, hace unas horas.

“Y...” Intentó preguntar Konata sin levantar sospechas entre ella y Kagami “¿Y qué pasó después?”
“Pues...” Kagami intentó hacer memoria “Yo ya no recuerdo más detalles, lo que sí recuerdo es que el sueño fue un poco más largo del que os he contado.”
“¿Y eso fue todo, Onee-chan?” Preguntó Tsukasa.
“Ya está.” Kagami respondió.
“¡Eh, mirad!” Yutaka exclamó “¡Ya llegan nuestros platos!”

Efectivamente, la camarera venía con los platos de Nikujyaga para las chicas, más una bolsa con el plato para llevar a casa para Hiyori. La camarera puso cada plato en un sitio de cada chica.

“¿Y para quién era el plato para llevar?” Preguntó la camarera.
“Dámela a mí, por favor.” Patricia respondió.
“Tome.” La camarera dio la bolsa a Patricia “Que aproveche.” Y se marchó.
“¡Qué buenos modales tiene la camarera!” Yutaka opinó.
“Venga, ¡todas a comer!” Patricia exclamó.

Y todas empezaron a comer.

Aunque Konata era la que menos velocidad iba en comer, ya que le seguía intrigando la frase final del sueño de Kagami, que era igual que el que dijo Konata.

La verdad es que esto no tiene ninguna gracia...” Konata pensó.



Hiyori abrió los ojos lentamente. Miró alrededor y vio que se encontraba en una de las camas, en su habitación.

“¿Qué me habrá pasado...?” Hiyori empezó a hacer memoria “Ah, sí... Patricia empezó a abrazarme y pensé sin querer que me quería violar o algo. Creo que por aquello entonces me desmayé...”

Llegada a esta conclusión, miró en su reloj de muñeca para ver qué hora es y durante cuánto tiempo se quedó desmayada. Vio que eran las 14:45 de la tarde.

“¡Joder! ¡Ya es la hora de comer y nadie me avisa!!” Hiyori se incorporó para arreglarse e irse con las demás chicas... hasta que cogió su móvil y ver el letrero de ‘ha recibido un mensaje nuevo’.

“Genial, como sea propaganda, lo borro enseguida; vamos a ver qué es...” Hiyori presionó el botón para ver el mensaje y leyó lo siguiente:

‘Hiyori-chan, no te alarmes. Las demás y yo hemos ido a comer en un restaurante. No hace falta que nos busques, que te traeré algo para comer. Tú quédate en la habitación y espera hasta que llegue. ¡Besos! -Patti-chan’

“Vaya...” Hiyori terminó de leer y se sintió algo indiferente “Así que tengo que esperar hasta que lleguen, ¿eh?”

De pronto, echó una breve mirada hacia su portátil, que estaba con el salvapantallas activado. Luego, Hiyori puso una sonrisa que pondría los pelos de punta a cualquiera.

“¡Eso significa que podré continuar con mi doujin sin interrupciones!” Exclamó Hiyori y enseguida se puso al portátil para dibujar su doujin.

Estuvo 15 minutos enteros trabajando en su doujin. Iba a un ritmo más que perfecto para una dibujante ambiciosa.

De pronto, la puerta se abrió y entró Patricia y acto seguido cerró la puerta.

“¡Hola, Hiyori-chan!” Patricia saludó “¡He vuelto!”
“¡Hola, Patti-chan!” Hiyori respondió “¿Y dónde está mi comida?”
“Je, je, je...” Patricia se acercó sensualmente a Hiyori “Yo soy tu comida, Hiyori-chan.”
“Ohhh, ¿de verdad?” Hiyori se emocionó enseguida.

Patricia se desnudó del todo como en menos de 2 segundos y dijo “¡Vámonos a la cama, my love!”

¡¡¡OHH, SÍIII!!!” Hiyori exclamó emocionada.

Pero se dio cuenta de un detalle: no estaba Patricia, e Hiyori no estaba en la cama, sino sentado en el escritorio con el portátil, dibujando un doujin. Por lo visto era su imaginación.

Ay Dios mío...” Hiyori pensó, ruborizada “¿Qué me ha pasado? De repente, he sentido una extraña necesidad de... ¿placer?

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